CARMEN ARGOTE
MANEJESE CON CUIDADO
En 2019 la artista Carmen Argote realizó algunos viajes. Estos empiezan a permear en su trabajo de la misma forma en que su entendimiento de la arquitectura le ha permitido construir una red de conexiones en busca de un lenguaje propio. La obra de Argote hilvana las ciudades y contextos geográficos en los que trabaja, tal como ha unido los espacios arquitectónicos sobre los que discierne. A partir de la construcción emergente de hábitos Argote accede a un entramado simbólico, cultural e histórico que en pocas ocasiones nos hacemos visible. Lo que aquí se presenta es el resultado de la investigación que Carmen Argote desarrolló en Guadalajara durante seis semanas de estancia, a partir de dos árboles, el Guayabo y el Naranjo, y de dos espacios: Taller Los Guayabos y el Museo Taller José Clemente Orozco. En este lapso temporal ambos sitios se unen a partir del común que Argote encuentra y sobre el cual gira un proceso de pensamiento que no se detiene en lo inmediato (sigue en tanto el origen orgánico, cambiante, de su obra): la contención del patio/ jardín y de lo vegetal.
Desde visitas recientes a Colombia y a Andalucía, España, Carmen Argote ha abierto una reflexión sobre nuestra relación con la producción industrial y el contenido histórico, político y económico del fruto. Utiliza extractos naturales del hueso de aguacate, de hojas de guayabo y naranjo que al ser procesados despiden ácido tánico, tinturas que reflejan la luz de una manera distinta y cambiante en relación a la pintura industrial, y cochinilla, hierro, jugo de limón; materiales todos que evocan y articulan el paisaje social y natural con el que la artista se va involucrando afectiva y políticamente. Las pinturas orgánicas de Argote son inestables y configuran, más que el aspecto visual de su trabajo, el ejercicio performativo y de pensamiento en acto que la artista ejecuta como un modo de inferir en el espacio que habita.
La realización de esta serie de piezas implica el uso de su cuerpo, la referencia de sus propias dimensiones como herramienta de medición del espacio de trabajo y de los formatos que este le ofrece. Coreografía que se expande en el tiempo en tanto mancha y huella. Las preguntas que Carmen Argote se hace son sobre la relación entre arquitectura, cuerpo y naturaleza, no desde el razonamiento pasivo sino desde el proceso incómodo, subversivo, de la desnudez cínica y el movimiento de su propio cuerpo como provocación.
Las pinturas que la visitante encuentra aquí son prototipos personales de planos arquitectónicos que rechazan el rigor académico y se cifran en el tiempo. Patrones, huellas dérmicas, manchones que crecen y dejan el rastro de su evolución (que miden el tiempo); estas formas construyen mapas sobre la edificación de una estructura espacial para cuestionar su proyección simbólica: el status, el privilegio, el dominio. Argote cuestiona el jardín, la naturaleza privada, como una cuestión de lujo y clase, pero también como tachadura del mundo laboral y la explotación de recursos humanos y naturales.
La casa se convierte en una maquinaria de producción con engranajes y componentes del abastecimiento en busca de traer a la mente los procesos de explotación de los recursos naturales pero también humanos. Si lo opuesto al trabajo es el pensamiento, Carmen Argote subvierte doblemente el sistema laboral y de explotación desde la reflexión, en este caso compartida*, pero también nos pone en entredicho como testigos y parte del propio andamiaje que desde lo social y lo cultural articula las maquinarias de sujeción y control, producción, compra- venta, consumo y demanda, transacción simbólica y financiera.
Manéjese con Amor Cuidado es una afectuosa recomendación para encontrar los ríos subyacentes de contenido político y simbólico en el transitar de un espacio arquitectónico, de un entorno laboral, o del paisaje, pero también una advertencia.
*Este proyecto se ha realizado gracias a la colaboración con Taller Los Guayabos, y las creadoras Larissa Garza y Viviana Gutiérrez.
Texto por Lorena Brito, 2019